domingo, 18 de marzo de 2012

1. EL PRIMER VÍDEO CORPORATIVO DE LA HISTORIA.







        La primera vez que alguien pudo ver una película de cine fue en 1895.

        El 28 de diciembre, los hermanos Lumière proyectaron en el Grand Café de París una pieza titulada “La salida de los obreros de la fábrica Lumière” seguida de otras nueve más. No había más de 35 espectadores en la sala, pero su impresión fue tan grande que en pocos días miles de personas competían por ver a ese puñado de mujeres y hombres saliendo por la puerta de la fábrica Lumière, y a un perro asustado.

       Auguste y Louis eran empresarios. De hecho, Lumière era líder europeo en fabricación de placas y años después desarrollaría uno de los primeros sistemas  de fotografía en color. Realmente el invento del cinematógrafo había sido un reto más de I+D  dentro de la compañía, incitados por su padre al conocer el poco comercializable kinetoscopio que acababa de presentar Edison tan solo un año antes. Y también fue una línea de negocio abandonada cuando, pasado un tiempo, no parecía que fuera a seguir animando la cuenta de resultados de la empresa.

       Eran empresarios, innovadores y rápidos. Por eso es razonable que la primera película de cine fuera también el primer video corporativo de la historia. No solo porque lo que se veía en ella era su fábrica, a la que por cierto no vieron necesario añadir un gigantesco letrero que la identificara, sino además porque la proyección en sí era un acto de comunicación de la capacidad innovadora que albergaba la firma.

      Ese mismo año se había celebrado el primer rally Paris-Bordeaux-Paris, evento que se aprovechó para anunciar el primer neumático Michelin; Francia conquistó Madagascar y salió publicado el libro “La máquina del tiempo” de H. G. Wells. En fin, había unos cuantos asuntos populares que grabar incluyendo el argumento de una buena peli de ficción. Pero los Lumière decidieron inaugurar el cine mostrando al mundo sus propios trabajadores.

      Tal vez no sabían que iban a hacer historia. Y por supuesto ni se imaginaban que pasado más de un siglo habría quien creyera que hacer hueco a los propios trabajadores en la comunicación es mucho mejor para una empresa que hacérselo a un cartel gigantesco en la puerta de la fábrica.

      En facts:brands creemos que es así. Creemos que todo lo que ha ocurrido desde que nació el cine puede ayudar a que las marcas de hoy comuniquen de un modo más acorde a lo que exigen nuestros tiempos: con transparencia, abriendo las puertas de las fábricas, contando ideas que hacen historia o que al menos hacen algo por mejorar la vida de los demás, y dando a las personas que mueven la máquina el protagonismo que merecen.

       Lo llamamos comunicación corporativa de hechos. Consiste en convertir la realidad de una empresa en comunicación, y en comunicar precisamente eso: la realidad que merece ser contada. Sin miedo a no tener modelos, grandes localizaciones o, en definitiva, nada que no pueda conseguir un perro asustado.

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